¿Pelea de Almohadas? {Molly y Libre}

Desde la ventana veía como iba cayendo el sol, anunciando el inminente anochecer... amaba la noche. Era perfecta, te escondías en sus sombras y todo podía llegar a pasar, con algo de imaginación, una sonrisa, un brillito diabolico en los ojos... paff algo ocurría y la risa salía por si sola.

Pero parecería que hoy no. El mundo se encontraba demasiado tranquilo para mi gusto, necesitaba acción. Moverme, brincar, saltar, tal vez era algo hiperactiva, pero no lo notaba o prefería negarlo. A algunas personas les molestaba esa personalidad mía, sin embargo poco me importaba lo que pensaran de mí. Hoy especialmente, que estaba tan estresadamente aburrida... tenía unas ganas de lanzar algún hechizo que pintara a todos de colores y la fiesta comenzara.

Tal vez me quedaría con ganas.

Fruncí el ceño, lanzando un bufido me sumergí en el desgastado sillon. Agarré una almohada, traté de acomodarla tras mi cabeza rubia, me enfadé y la aventé al azar, atinandole a una melena entre castaña y rojiza.

—Ups...

—¿Pelea de Almohadas?—murmuré, como una curiosa disculpa cuando me sentí observada fijamente por sus ojos claros. Apenas logré sonreir. casi esperando a que una bomba descendiese. Pero como nada pasó, me relajé, sonriendo más fresca. Agarré la manta que tenía casi en el suelo y la subi hasta mis hombros, subiendo mis piernas y abrazandolas para entrar en calor; hacía frío.

No me consideraba una persona que amara el calor, casi siempre tenía mis manos frías, eso era molesto, tomando en cuenta que, si trataba de frotar mis manos por mir brazos, no conseguiría calor con este clima.

Molly -la dueña de la nuca que golpeé- se acercó, con una sonrisa hacia mó. Aunque rápido pude advertir que su mente divagaba demasiado, sumida en miles de pensamientos, incluso creí ver una chispa o brillo en sus ojos de algo parecido a nostalgia. Estaba segura de ya haber visto esa expresión en otra personas más... casi me río de mí misma al pensar en eso. Logicamente distinguia esa mirada. Era como la mía cuando Albus estaba en mi pensamiento, al espejo le fascinaba echarme en cara lo que yo trataba de mantener en secreto.

Agarré la almohada que me entregaba. Traté de acomodarla bien detrás de mi cabeza, pero terminé por dejarla a un lado. Ella se sentó frente a mí. Aun la noté ausente.

"No hay sentimiento que te haga más vulnerable al amor", pensé.

—Sólo cuando estoy aburrida—respondí, sonriendo. Volví a acomodarme, mirandola a los ojos con curiosidad: —¿Qué hay de nuevo?—pregunté, tratando de iniciar una conversación agradable que me quitara el aburrimiento que ya tenía pegado desde la mañana.

Fijé la vista en el cielo: oscuro. No me agradaría ahora mucho caminar por ciertas calles, aunque el bosque podría ser una idea si el aburrimiento persistía por más tiempo.

Respondí a su sonrisa, con un gesto de inocencia, como si la almohada hubiese volado sola y yo no tuviera nada que hacer. Molly, a pesar de ser una persona muy contraria a mí, era excelente. Me agrada y sentía que no debía cambiar mi personalidad al estar con ella, como con otros me pedirían. A ella poco le importaba que yo fuese explosiva e hiperactiva. Aunque bien podía deberse a otra cosa su tolerancia, como fuera, la consideraba una amiga, entonces por eso no me preocupé cuando la almohada cayó sobre su melena pelirroja.

—Lo sé—respondí, sonriendo otra vez. La sonrisa nada más nunca bajaba de mi rostro y eso era divertido. Claro que muchos se preguntaban como le hacía para ser tan feliz, una pregunta de la cual, yo desconocía la respuesta. Pero estaba segura de que. si en algún momento lloraba, quien me viera llorar creería que es el fin del mundo—Yo te enseño. Agarras una almohada—me estiré para coger otra almohada—la levantas...—la levanté—y luego atacas—la dejé caer sobre su cabeza otra vez y le sonreí, luego dandole un abrazo amistoso: —¿Ves? Sencillo.—guiñé un ojo, abrazando otra vez la almohada. ¿Acaso nunca podría quedarme quieta?

Mi mirada se paseó hacia los exteriores, casi pude verme con Albus caminando por ahí, jugueteando y bromeando. Aunque a la proxima deseché esa idea. De nada me valía seguir soñando si lo volvería a negar una vez estando a su lado, imaginando que no me hacía sentir nada su sonrisa, su abrazo, una mirada penentrante de sus ojos... rayos; ¿cuanto tiempo duraría así? Tal vez, para siempre.

Mi sonrisa no se bajó mientras pensaba en eso, la mantuve igual, nadie notaría nunca la diferencia. Era experta en eso. En ocultar aquellas emociones, para que no preguntaran. Porque, respondería a muchas cosas, pero a eso... bueno, mejor era negarlo, negarlo a mi misma. Claro que siempre estaba ahí mi reflejo, riendose de lo patetica que podía llegar a ser mi actitud estando con Albus. Lo timida que me volvía, la forma en que brillaban mis ojos... ¿cómo era que él aún no se daba cuenta de eso? Y luego decía que la distraida era yo.

Mis piernas estaban a manera de hacer ejercicios. Un mechon de mi cabello me impidió la vista. Lo regresé a su "lugar", pero volvió a caer sobre mi frente. Soplé, de seguro me vería bastante curiosa.

Miré en dirección a Molly, cuando comenzó a hablarme de deberes los ojos se me pusieron como platos: ¿a quién le importaban los deberes? Ciertamente, a mí no me importaban mucho -ya los había acabado, resulta que ser hiperactiva tenía su lado útil en ste tipo de cosas-, y estaba segura que a ella le importaba aún menos que a mí: —Los he acabado y por eso estoy aburrida ahora. Quisiera ver a Albus...—mi voz bajó un poco. Si, estaba hablando de él, pero era para sacar otro tema a la luz en el próximo momento—me imagino que tú quieres ver a mi hermano—así era yo. Directa.

Lo dije en apenas un susurro, nadie más iría, salvo ella. Le sonreí de manera amistosa, dandole a entender que ya sabia que ella sentía cierta atracción hacia Frankie. La verdad, me agrada de cuñada.


oFF: de nuevo, perdón por la demora D: