Cásting para Scorpius Malfoy.

La situación que estaba viviendo el mundo mágico no era del todo de su agrado. En realidad y, a su parecer, eso era el eufemismo más grande jamás contado. Desde que descubrió que estaban sucediéndose unas a otras aquellas extrañas, misteriosas, y para nada esperanzadoras desapariciones, todo su mundo se tensó como un endeble hilo de coser y vibró con fuerza, augurando una rotura inmediata. El mundo y su lógica se derrumbaban. El cielo ya no estaba arriba y el suelo tampoco estaba abajo. La izquierda no era la izquierda, y lo que había sido durante toda la historia un secreto, había dejado de serlo. Él no se tenía como un fanático purista, pero desde luego le chocaba la idea de imaginarse a los muggles con su absurda e ininteligible tecnología como una amenaza para su mundo. Para la magia. Tenía demasiadas opiniones sobre el tema de la amenaza muggle; tantas que no podía evitar contradecirse a sí mismo muchas veces.

Por una parte pensaba que debían contraatacar. ¡Y tanto que debían! Habían desaparecido ya cinco magos y brujas y todo indicaba que, por desgracia, no aparecerían jamás. Algunos enterados del tema aseguraban que habían sido quemados en la hoguera. ¡Qué muerte tan atroz! Suponía que eso debía ser como una cruciatus prolongada hasta la muerte; lo imaginaba como un dolor desgarrador que iba consumiendo cada centímetro del cuerpo y acababa por volviendo loca a la víctima. El sólo pensarlo le revolvía las tripas. Scorpius se consideraba un chico de estómago fuerte –después de todo, había tenido que aprender a serlo para soportar las conversaciones que tenía con algunos retratos de la mansión Malfoy–, pero el considerar que quizá a él podía aguardarle una muerte así, hacía que la sangre se le helara en las venas. Aunque… ¿estaba siendo sincero? Desde luego su muerte le importaba, eso no lo dudaba, pero no era lo único que ocupaba un hueco en su lista de hechos preocupantes. Oh, claro que no. Le preocupaba muchísimo más que su hermana o Rose acabaran en la hoguera. Pero… ¿qué demonios hacía la chica pelirroja en esa lista? Esa era una pregunta que le abrumaba contestar.

Por otra parte del dilema… sentía que un contraataque no era nada más y nada menos que lo que Lord Voldemort hubiera deseado. Sin duda. Había llegado conocer bastante bien al Señor Oscuro a través de los relatos que le había contado su familia y a través de los libros que había leído, y desde luego estaba seguro de que él no se hubiera quedado de brazos cruzados ante un ataque muggle. ¿Significaba eso que Scorpius se parecía a Voldemort? Sentía la necesidad del mismo hecho, al menos. La sola posibilidad de que el heredero Malfoy pudiera parecerse algo a ese sucio bastardo conseguía que se despreciara a sí mismo…- ¡Scorpius! ¡SCORPIUS! –Una voz algo chillona le sacó de su ensimismamiento. Fijó la vista en Narcissa y le dirigió una mirada de profundo desprecio. ¿Por qué narices tenía que interrumpir sus pensamientos de una forma tan brusca?- ¡Scorp! ¡Llevo llamándote cerca de media hora, y tú ahí con la vista fija al frente! ¿Se puede saber qué te pasa?